OS PRESENTAMOS LA REDACCIÓN DE CARLOTA VEGA GABILONDO, ALUMNA DE 5º DE PRIMARIA, QUE OBTUVO EL SEGUNDO PREMIO DE NARRACIÓN DE LA COMUNIDAD DE MADRID.
2º
Premio
Nombre: Carlota
Vega Gabilondo
Colegio: CEIP
Rosalía de Castro
Localidad:
Majadahonda
Título: Seré
gladiador por un día
Me desperté y era un gladiador del circo romano. Lo descubrí al ver
que ante mi cama había un cartel de madera con letras pintadas en sangre.
Ponía: “CIRCO”.
Y lo de “romano” lo averigüé por mis ropajes. Llevaba falda con tiras
de cuero colgando. Todas estaban rematadas con un pequeño botón de plata.
Me acerqué a un espejo para mirar el resto del conjunto. En mi cabeza
saltaba a la vista un gran casco dorado. Cubriendo el tronco, llevaba una
pechera de cuero. Mientras observaba el reluciente casco, sonó una bocina y la
puerta se abrió. Un caballo entró en mi habitación. Tenía que montar en él. Eso
me amedrentó.
De repente, estaba en un campo de combate. Millones de personas
silbaban sin parar. Subí al potro. Me dieron una espada de plata. ¡No sabía qué
hacer!
En ese mismo momento, vi en un cuarto a una niña de mi edad. Era de tez
morena, ojos azules y de cabello castaño claro. Se la veía de fiar, por lo que
bajé del caballo y me metí con ella en el cuarto.
- Se ve que eres
nuevo, y de otra época- dijo mientras me miraba.
- Te pido ayuda. No
sé qué ha pasado. Me empecé a encontrar mal ayer, tras haber tomado
“Gladiadores de azúcar”, mis cereales preferidos. ¿Ha tenido algo qué ver?-
añadí preocupado.
- Sí. Eso te ha
traído hasta aquí. No te preocupes más… Respondió.
- Juan. Me llamo
Juan.
- Yo Esmeralda.
¡Encantada!
- Igualmente.
Tras la conversación, Esmeralda me agarró de un brazo, corrimos muchísimo
hasta llegar a una pequeña casucha. Al entrar, un hombre desaliñado nos recibió
feliz y contento.
Le contamos lo ocurrido.
- He visto casos
parecidos. Tienes que conseguir el “cereal Benigno”. Yace en el desierto
“Marion”.
Emprenderemos el viaje mañana.
Los camellos no son un buen medio de transporte, por lo que acabamos
agotados del viaje.
Efectivamente, en medio del desierto había un gran cereal. Me dieron
un ligero empujoncito hacía el copo de azúcar. Con alivio, le di un mordisco.
Al momento, regresé a mi hogar.
“Os debo la vida” pensé con gran alivio.
Precioso trabajo Carlota.
ResponderEliminar